lunes, 6 de abril de 2009

HIERBA HÚMEDA

Noche de pleno verano, tras un día de sol y humedad el calor parecía que se había quedado instalado en la casa. Con la llegada de la noche confiábamos en que se relajase la temperatura, pero apenas bajo un par de grados y mientras cenábamos nos reímos de quien nos recomendó “llevaros una chaquetita, que en esa zona baja mucho la temperatura por la noche”.

Alquilamos la casa un poco a lo loco y nos encontramos un maravilloso espectáculo cuando llegamos. Un pequeño pero precioso dúplex en medio de las montañas de Galicia, con un impresionante jardín de hierba verde que invita a quitarse los zapatos y notar su frescor en tus pies. Apenas a 200 metros surge un pequeño sendero que baja serpenteando hasta una preciosa cala desierta. Un auténtico oasis, con unos pocos árboles que proporcionan una agradecida sombra, sobre una arena fina y limpia, alejada de los turistas, de la basura y del ruido de otras playas abarrotadas y masificadas y cuyo agua es eternamente más opaca que la que pudimos disfrutar en esas vacaciones.

Tras presenciar ese maravilloso espectáculo y disfrutar de un refrescante baño, decidimos dar una vuelta por los alrededores. La verdad que el sol calentó todo lo que quiso y más y eso nos hizo llegar de nuestra caminata realmente agotados. Apenas cenamos y nos quedamos dormidos sin fuerzas para hacer el amor.

De pronto abro mis ojos y observo tu cuerpo desnudo, recuerdo que solo dejaste tu tanga sobre tu cuerpo por el asfixiante calor. Duermes sobre tu espalda, y observo como tu pecho se mueve arriba y abajo al ritmo de tu respiración. La luna entra por la ventana y me permite observar ese maravilloso espectáculo. Además, la fina brisa que entra por la ventana, provoca que tus pezones se vean erectos y yo me los imagino duros mientras recuerdo cómo es su sabor.

A pesar de ese espectáculo genial, maravilloso, excitante y tentador…no soy capaz de moverme. Pienso que es un sueño, pero mi cada vez más notable erección me hace desestimar esa posibilidad. Sigo contemplando tu pecho y tu dormir tranquilo, tu respiración acompasada me indica que estas profundamente dormida y me da lástima despertarte, hasta que un repentino relámpago hace ese trabajo por mi.

Abres los ojos sobresaltada, asustada y tus ojos se encuentran con los míos. Acaricio con suavidad tu delicado rostro y me acerco para besarte en la mejilla al tiempo que te digo que te tranquilices, que no ha sido más que un relámpago. Todo tu cuerpo tiembla, en parte por el susto y en parte por la viento que, ahora con más fuerza entra por la ventana.

Te acercas a mí perezosamente y te acurrucas sobre mi pecho. Aprecio como tus pezones, gordos y sabrosos, se clavan en mi piel y no necesito más para terminar de despertarme y para que todos mis sentidos se activen. Busco tus labios y comienzo a rozarlos con los míos, al tiempo que mis manos se pierden entre tu pelo rizado y con mis dedos comienzo a acariciar tu cuello de forma suave y delicada.

Dejas escapar un suspiro y entiendo que quieres que juguemos a pesar del cansancio y del sudor de nuestros cuerpos, acumulado por el fuerte calor que aun hace en la habitación. Observamos un nuevo relámpago y a continuación notamos como comienza a diluviar. Nos besamos ya de forma pasional y descarada, dejando al otro cual es la intención de cada uno.

Te pones encima de mí y nuestros cuerpos desnudos comienzan a rozarse. Frotas tu tanga contra mi slip, que incrementa aun más su tamaño, mientras comienzo a notar como tu humedad inunda tu cueva. El olor de tu vagina llega hasta mí y se mezcla con el que, fruto del diluvio que se produce fuera de nuestra habitación, entra por la ventana. La verde hierba del jardín, desprende todo su olor ante las gotas de lluvia que caen sobre ella, al igual que tu cuerpo deja escapar el olor de tu excitación ante cada nuevo movimiento que, con tu cadera, realizas sobre mi pene.

Paras y durante una fracción de segundo nuestras miradas se cruzan. Intuyo lo que estas pensando y asiento con mi mirada. Rápidamente saltas de la cama, agarras mi mano y tiras de mí por el pasillo de la casa. Llegamos a la entrada y abres la puerta, las primeras gotas salpican nuestros cuerpos desnudos y volvemos a besarnos, mientras torpemente salimos de la casa y permitimos que el agua nos empape completamente, sin que nuestro fuego se apague y sin impedir que nuestros besos continúen subiendo de intensidad y de fuerza, con mayor pasión y mayor descontrol.

Tus manos recorren mi espalda y las mías se entretienen en tus muslos, los recorren con deleite arriba y abajo, al tiempo que noto el roce de tus uñas detrás de mi. La hierba húmeda roza nuestros pies descalzos, mientras mi mano se acerca a tu tanga, totalmente pegado a tu cuerpo. Lo aparto a un lado y mis dedos pueden acceder a tu vagina. La noto caliente, húmeda, deseosa de ser penetrada.

Muerdes mi oreja al tiempo que me susurras que estas tan húmeda por dentro, como por fuera, algo que mis dedos ya están comprobando. Con la yema de mis dedos froto el interior de tu clítoris, introduzco dos dedos dentro de ti y los saco y meto lentamente. Mientras tanto, mi dedo gordo traza círculos sobre tu clítoris, se muestra receptivo y aceptaba gustoso mis caricias, que agradece creciendo y poniéndose más y más gordito. Tus piernas tiemblan, mientras noto como tus manos me aprietan con más fuerza, clavando tus uñas en mi espalda.

La humedad de tu sexo empapa mi mano y se mezcla con la lluvia. Te susurro como tus jugos inundan mi mano, mientras te como el cuello y mis dos dedos juegan revoltosos dentro de ti. Se entrelazan entre ellos y entran y salen sin cesar, se entretienen en tu zona rugosa, la que tú me enseñaste el primer día y que tanto te hace temblar y que te hace gemir en mi oído.

Noto como cada vez gimes con mayor intensidad…mis dedos siguen dentro de ti y en un momento, mi dedo gordo aprieta un poco más tu clítoris, desencadenando mil temblores en ti. Comienzas a sentir tu orgasmo, te agarras a mi cuello mientras mis dedos te siguen arrancando mil suspiros y noto como tus piernas tiemblan hasta el punto que no te aguantan, me agarras con más fuerza y los dos terminamos rodando sobre la hierba fría y empapada. Noto tu respiración agitada en mi oído, hablas con dificultad, te falta el aire y aun jadeas, pero acepto gustoso tu invitación para entrar del todo en ti…

CONTINUARÁ…

1 comentario:

  1. Bellisimo...
    llegué a tu blog por casualidad y he quedado fascinada con tu historia =)

    ResponderEliminar