sábado, 7 de diciembre de 2013

Música al amanecer

A veces la insparación llega en el momento y en el lugar más insospechados...una simple frase puede ser el comienzo de toda una aventura...


La cálida noche veraniega comenzaba a desaparecer cuando girabas la esquina de tu calle y el alegre cantar de los primeros pájaros comenzaba a sustituir al monótono ruido de los grillos. Llegabas a casa cansada, pero contenta. Habías pasado una noche genial en compañía de tu gente y los recuerdos de tu noche aún botaban en tu cabeza.

Giraste la llave de tu casa y recorriste el largo pasillo sin advertir ruido alguno; tus compañeros de piso o ya estaban dormidos o directamente no estaban en sus habitaciones. En tu habitación dejaste caer la falda larga al tiempo que sacabas tus pies cansados de bailar y andar de las pequeñas sandalias. Tu camiseta blanca de tirantes y tu sujetador corrieron la misma suerte que la falda. El frescor del alba que entraba por la ventana abierta erizo tus pezones; mientras sentías cómo se endurecían buscabas la camiseta que usabas de pijama… era ajustada, de algodón, marcando tanto el contorno de tus pechos como tus pezones.

Arrancaste el portátil abrías la cama; el frio de las sabanas fue agradecido por tus pies cansados y tus piernas se sintieron relajadas al estirarse sobre tus sabanas. Iniciaste el Spotify y buscaste la lista de bossa nova…querías disfrutar de un poco de música mientras el sueño conquistaba tu cuerpo.

Las primeras notas comenzaron a sonar y tu cerraste los ojos. A través de los párpados te llegaba la luz de la pantalla del ordenador, pero no te preocupabas porque sabías que antes de que acabará la primera canción se apagaría. Moviste tus piernas en la cama para buscar un trozo de sábanas que aún estuviese frio, sintiendo un enorme placer al encontrarlo.

La música se apoderaba de tu mente. Con los ojos cerrados la sentías entrar por tus orejas y expandirse nota a nota por todo tu cuerpo. Empezabas a flotar sobre tu cama, con las piernas ligeramente doblabas disfrutando de la música, entrando en una fase en la que sin estar dormida sentías todo lo que te rodeaba; recordabas lo excitada que habías estado hacía un rato cuando bailaste salsa con aquel chico, pensando en lo que te hubiera gustado estar con él en ese momento y disfrutar de su cuerpo.

De forma casi inconsciente tu mano comenzó a acariciar tu pecho. Una caricia suave que provocó una descarga por todo tu cuerpo y que tu mano bajase hacía tu cintura para levantar la camiseta y poder recorrer tus pezones con las yemas de tus dedos. Las canciones seguían sonando sin pausa en tu ordenador y eran las que marcaban el ritmo de tus caricias.

Te animaste a bajar tu mano e introducirla bajo la tela de tus braguitas. No te costo encontrar la fuente del calor que desprendía y en unos segundos extendiste tu humedad de tu vagina por todo tu sexo y te centraste en tu clítoris. Trazando pequeños círculos a su alrededor notabas como iba creciendo y cómo cada movimiento se traducía en un nuevo temblor que se extendía por tu cuerpo al igual que la música seguía recorriendo cada parte de tu piel.


Tu excitación iba en aumento y no tardaste en hacer algo de presión sobre tu clítoris y acelerar la velocidad de tus movimientos con el único objetivo de alcanzar un orgasmo que deseabas y que con una dulce y exquisita explosión tu cuerpo se tenso durante unos deliciosos e interminables segundos en los que disfrutabas de las últimas notas de tu canción favorita.

Seguiremos excitando...

lunes, 2 de diciembre de 2013

Tú, mi desodorante y yo...

Aunque no estabas segura y te mostrabas reticente, cada mensaje que me contestabas me hacía estar seguro de que lo terminarías haciendo. Te incitaba con las frases que sabía que te encendían y buscaba convencerte de que probases a masturbarte con tu pequeño bote de desodorante… a que metieras dentro de ti ese roll-on y jugases con él dentro de tu vagina, girándolo dentro de ti, metiéndolo con tus dedos y esperando que tu vagina lo expulsará lentamente para volver a introducirlo una y otra vez…

Dejamos el juego para poder trabajar algo y centrarnos en nuestro día a día, pero estaba seguro que no olvidarías nuestra charla tal y como comprobé al llegar a casa y comprobar que solo la luz de nuestro cuarto estaba encendida… cerré la puerta con cuidado y me acerque a la puerta entreabierta para descubrir el espectáculo que seguro estaba al otro lado.

No me equivoqué y te pude ver tumbada en la cama, con un cojín bajo tu cadera y con tus piernas y tu sexo completamente abiertas… en tu mano tenías mi bote de desodorante que introducías dentro de ti muy despacio, disfrutando de cada centímetro que entraba en ti, mientras con tu otra mano te acariciabas el clítoris muy despacio.

Tu cara reflejaba auténtico placer cada vez que el desodorante entraba completamente dentro de ti y dejabas que saliera lentamente de tu sexo quedando en el borde de tus labios, mientras que tu mano diligente lo volvía a introducir una vez más para repetir el proceso.

No pude aguantar más y decidí bajar mis pantalones, encontrando mi polla dura y erecta para empezar a masturbarme de forma inmediata, dejando que tus dedos sobre tu clítoris marcaran el ritmo de mi paja, disfrutando de cómo mantenías el bote dentro de ti y frotabas rápidamente tu clítoris con la yema de tus dedos, acercándote al orgasmo con cada caricia…


No pude aguantar más y entre rápidamente en el cuarto en el momento en que tu orgasmo se desencadenaba…. Eyaculando sobre tu sexo depilado y uniéndome a tu orgasmo, disfrutando de tus temblores y de cada espasmo que surgían de nuestros sexos y de nuestros cuerpos dispuestos a buscar nuevos placeres.

Seguiremos excitando...

miércoles, 2 de enero de 2013

Tres en la oscuridad

Estabas realmente excitada cuando te deje desnuda en la cama tras oír el timbre de la puerta… “No te muevas hasta que te avise” susurre dulcemente en tu oído, “vamos a hacer realidad lo que tanto tiempo hemos buscado”. La oscuridad reinaba en toda la casa; las ventanas estaban completamente cerradas impidiendo que el sol del verano entrase en la casa y todas las lámparas estaban apagadas para hacer aún más excitante todo lo que pasaría a continuación. 

Abrí la puerta con cuidado, lentamente, retirándome tras la puerta para que pudieras pasar. La luz de la escalera entro por la puerta y tu perfil apareció durante los pocos segundos que tarde en cerrar la puerta con sumo cuidado, situándome detrás de ti para, a continuación, rodear tu cuerpo con mis brazos, desde tu espalda llenándome de tu bello olor al apartar tu pelo para poder besar tu cuello, sintiendo como dejas caer tu bolso al suelo y como tu mano se dirige directamente a mi polla ya erecta, encontrando parte de lo que has venido a encontrar. 

Te giras y somos capaces de mirarnos en la oscuridad que nos rodea. “¿Está lista?”, susurraste mientras besabas mis labios al tiempo que abría los botones de tu blusa y bajaba la cremallera de tu falda para que cayese por tus piernas suaves y depiladas. “Lista y preparada para ti”, te respondí sintiendo como con un ligero movimiento, tus piernas se libraron de la falda, y tus pies bajaban de los tacones facilitándome el quitarte la blusa para buscar el cierre de tu sujetador que siguió la misma suerte que tus otras prendas. 

Cogí con suavidad tu mano y tire de ti haciéndote avanzar unos pocos pasos, dejándote en medio del salón. Recorrí tu piel con la yema de mis dedos, trazando el contorno de tus pechos y rozando suavemente tus pezones tersos y duros, dulces al contacto de mis labios y sensibles al tacto de mi lengua. Sin dejar de besarlos, baje mis manos hasta tu tanga, no sabía el color, pero si disfrute de tus nalgas duras y tersas, de tu cuerpo suave y oloroso, y de la humedad de tu sexo que ya se apreciaba bajo tu tanga. “Ella disfrutará bajándote tu tanga” te dije al oído mientras mis manos acariciaban tu sexo por encima de tu tela. “No te muevas, quédate aquí, de pie…no tardaré”. 

Te abandone durante unos minutos para despertar tu impaciencia y aumentar tu excitación. Los aproveche para tumbarme en la cama y acariciar su cuerpo desnudo, mezclando en mis dedos el calor de tu sexo con la humedad de su vagina. La tome de la mano y la hice salir de la habitación para acercarla al lugar donde te había dejado. Sentía tu cuerpo y tu respiración agitada, su excitación y su deseo de tocar tu piel. Os deje a escasos centímetros, “no os toquéis aún, esperad”, para correr hasta la persiana y levantarla lo justo para que un mínimo de luz entrase en la habitación. 

Vuestros cuerpos se iluminaron, frente a frente, vuestros ojos se encontraron y la duda surgió en vuestra mirada. No sabría decir cuál de las dos hizo el primer gesto, pero no tardasteis en disipar la duda y acercar vuestros labios para besaros. Ella completamente desnuda, con su pelo corto y moreno. Tu solo con tu tanga, rubia y con pelo largo. Mis ojos disfrutaban con el primer beso que dabais a otra mujer y con las primeras caricias de sus dedos en tu cuello, perdiéndose entre los mechones de tu melena sin separar vuestros labios. 

Me senté para ver cómo sus manos comenzaban a recorrer tus pechos. Cada una de sus manos se poso en cada uno de tus pechos. Las palmas de sus manos cubrían tus tetas y pronto fueron sus dedos los que tomaron tus pezones para alternar pequeñas caricias con dulces pellizcos, antes de comenzar a recorrerlos con tu lengua, provocando en tu espalda escalofríos que se alternaban con pequeños temblores fruto de los nervios que aún sentías, pero que no te impedían disfrutar y apretar su cabeza contra tus pechos. 

No sabría decir si fueron tus manos las que la empujaron hacía abajo o si fue ella la que de forma voluntaria se arrodillo ante ti. Disfruto del olor a sexo que emanaba de tu vagina y decidida bajo tu tanga por tus piernas hasta tus tobillos para, de rodillas, quedar frente a tu sexo depilado y húmedo. No dudo en acercar su boca y comenzar a besar tu pubis, pegando sus manos a tu culo, antes de abrir tus labios con sus dedos y recorrer con su lengua todo tu sexo. Desde el clítoris hasta el final de tu vagina, recorriendo a continuación el camino inverso y repitiendo una y otra vez el mismo trayecto, hasta detenerse en tu clítoris. Su lengua no lo toco directamente, solo lo rodeaba, solo saboreaba tu sabor hasta que susurraste “por favor”; no quiso alargar tu sufrimiento y su boca se pego a tu clítoris. 

Lo tomo delicadamente entre sus labios, alternando pequeños lametones con succiones más y más fuertes. Tu respiración se cortaba excitada y apenas podías articular palabra. Te dejabas hacer, disfrutabas con la boca abierta disfrutando de un placer ya sentido pero que era completamente nuevo. Me acerque a ti y me sujetaste con fuerza para no caer ante los temblores que se producían en tus piernas y que anticipaban el primero de muchos orgasmos de una noche que sería inolvidable. 

Seguiremos excitando...