miércoles, 2 de enero de 2013

Tres en la oscuridad

Estabas realmente excitada cuando te deje desnuda en la cama tras oír el timbre de la puerta… “No te muevas hasta que te avise” susurre dulcemente en tu oído, “vamos a hacer realidad lo que tanto tiempo hemos buscado”. La oscuridad reinaba en toda la casa; las ventanas estaban completamente cerradas impidiendo que el sol del verano entrase en la casa y todas las lámparas estaban apagadas para hacer aún más excitante todo lo que pasaría a continuación. 

Abrí la puerta con cuidado, lentamente, retirándome tras la puerta para que pudieras pasar. La luz de la escalera entro por la puerta y tu perfil apareció durante los pocos segundos que tarde en cerrar la puerta con sumo cuidado, situándome detrás de ti para, a continuación, rodear tu cuerpo con mis brazos, desde tu espalda llenándome de tu bello olor al apartar tu pelo para poder besar tu cuello, sintiendo como dejas caer tu bolso al suelo y como tu mano se dirige directamente a mi polla ya erecta, encontrando parte de lo que has venido a encontrar. 

Te giras y somos capaces de mirarnos en la oscuridad que nos rodea. “¿Está lista?”, susurraste mientras besabas mis labios al tiempo que abría los botones de tu blusa y bajaba la cremallera de tu falda para que cayese por tus piernas suaves y depiladas. “Lista y preparada para ti”, te respondí sintiendo como con un ligero movimiento, tus piernas se libraron de la falda, y tus pies bajaban de los tacones facilitándome el quitarte la blusa para buscar el cierre de tu sujetador que siguió la misma suerte que tus otras prendas. 

Cogí con suavidad tu mano y tire de ti haciéndote avanzar unos pocos pasos, dejándote en medio del salón. Recorrí tu piel con la yema de mis dedos, trazando el contorno de tus pechos y rozando suavemente tus pezones tersos y duros, dulces al contacto de mis labios y sensibles al tacto de mi lengua. Sin dejar de besarlos, baje mis manos hasta tu tanga, no sabía el color, pero si disfrute de tus nalgas duras y tersas, de tu cuerpo suave y oloroso, y de la humedad de tu sexo que ya se apreciaba bajo tu tanga. “Ella disfrutará bajándote tu tanga” te dije al oído mientras mis manos acariciaban tu sexo por encima de tu tela. “No te muevas, quédate aquí, de pie…no tardaré”. 

Te abandone durante unos minutos para despertar tu impaciencia y aumentar tu excitación. Los aproveche para tumbarme en la cama y acariciar su cuerpo desnudo, mezclando en mis dedos el calor de tu sexo con la humedad de su vagina. La tome de la mano y la hice salir de la habitación para acercarla al lugar donde te había dejado. Sentía tu cuerpo y tu respiración agitada, su excitación y su deseo de tocar tu piel. Os deje a escasos centímetros, “no os toquéis aún, esperad”, para correr hasta la persiana y levantarla lo justo para que un mínimo de luz entrase en la habitación. 

Vuestros cuerpos se iluminaron, frente a frente, vuestros ojos se encontraron y la duda surgió en vuestra mirada. No sabría decir cuál de las dos hizo el primer gesto, pero no tardasteis en disipar la duda y acercar vuestros labios para besaros. Ella completamente desnuda, con su pelo corto y moreno. Tu solo con tu tanga, rubia y con pelo largo. Mis ojos disfrutaban con el primer beso que dabais a otra mujer y con las primeras caricias de sus dedos en tu cuello, perdiéndose entre los mechones de tu melena sin separar vuestros labios. 

Me senté para ver cómo sus manos comenzaban a recorrer tus pechos. Cada una de sus manos se poso en cada uno de tus pechos. Las palmas de sus manos cubrían tus tetas y pronto fueron sus dedos los que tomaron tus pezones para alternar pequeñas caricias con dulces pellizcos, antes de comenzar a recorrerlos con tu lengua, provocando en tu espalda escalofríos que se alternaban con pequeños temblores fruto de los nervios que aún sentías, pero que no te impedían disfrutar y apretar su cabeza contra tus pechos. 

No sabría decir si fueron tus manos las que la empujaron hacía abajo o si fue ella la que de forma voluntaria se arrodillo ante ti. Disfruto del olor a sexo que emanaba de tu vagina y decidida bajo tu tanga por tus piernas hasta tus tobillos para, de rodillas, quedar frente a tu sexo depilado y húmedo. No dudo en acercar su boca y comenzar a besar tu pubis, pegando sus manos a tu culo, antes de abrir tus labios con sus dedos y recorrer con su lengua todo tu sexo. Desde el clítoris hasta el final de tu vagina, recorriendo a continuación el camino inverso y repitiendo una y otra vez el mismo trayecto, hasta detenerse en tu clítoris. Su lengua no lo toco directamente, solo lo rodeaba, solo saboreaba tu sabor hasta que susurraste “por favor”; no quiso alargar tu sufrimiento y su boca se pego a tu clítoris. 

Lo tomo delicadamente entre sus labios, alternando pequeños lametones con succiones más y más fuertes. Tu respiración se cortaba excitada y apenas podías articular palabra. Te dejabas hacer, disfrutabas con la boca abierta disfrutando de un placer ya sentido pero que era completamente nuevo. Me acerque a ti y me sujetaste con fuerza para no caer ante los temblores que se producían en tus piernas y que anticipaban el primero de muchos orgasmos de una noche que sería inolvidable. 

Seguiremos excitando...