jueves, 18 de junio de 2009

AMOR SOBRE EL MAR

Vota por este relato en Bitacoras.com y recuerda compartirlo con tus amistades !!!! Gracias !!!

votar


Beep Beep, tu móvil suena y se revuelve en tu mesilla anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Abres la tapa y comienzas a leer el texto del mensaje. “Iberia le agradece que elija la clase business para su viaje a Itaparíca. Su código de embarque es el ER5432YT. Podrá embarcar en la terminal 4 de Madrid-Barajas desde las 3 de la tarde del 4 de julio de 2009”. Perpleja vuelves a leer el mensaje para convencerte de lo que acabas de leer y comienzas a repasar el calendario. Sobresaltada te das cuenta de que apenas que queda un día para hacer la maleta y preparar todo.

Beep Beep, otro mensaje llega a tu teléfono “No lleves nada, solo tu cuerpo, tu sonrisa, tu sensualidad y tu pasión sin límites. Yo me encargo de todo”. Comienzas a comprobar que cuando te dije que cuidaría de ti, era cierto. Que cuando te prometí sorpresas y emoción, no mentía. Que pondría a tus pies todo lo que fuese mío para que cada minuto conmigo fuese especial.

Deseabas verme, cada minuto que pasaba antes de ir al aeropuerto era un minuto menos para estar junto a mí, para sentir mi calor, para juntar tu cuerpo al mío, uniendo nuestros labios en apasionados e infinitos besos, fusionando nuestros sexos en movimientos profundos e intensos, esperando que cada momento suponga incrementar el placer del anterior.

Desde primera hora comenzaste a prepararte. Te depilaste por completo, salvo una pequeña línea de vello en tu pubis, tal y como te dije que me gustaba. Elegiste con especial cuidado tu ropa. Optaste por un vestido negro de tirantes, ajustado a tu cuerpo, que resaltaba tu esbelta figura. Buscaste entre tu ropa interior hasta que encontraste un conjunto que compraste hace tiempo. También de color negro y formado con una braguita de encaje, un liguero y dos medias que con delicadeza subiste por tus piernas infinitas, hasta cerrar el enganche sobre ellas. Tu pecho, redondo y joven, encajó perfectamente en la suavidad de la seda del vestido, permitiendo a cualquiera que te viese intuir la perfecta forma de tu pecho.

Dos pequeñas lágrimas de azabache adornaban tus orejas y una cadena con un colgante en forma de rombo, ambos de oro blanco, y con un diamante en el centro, completaban tu atuendo que culminaste con unas gotas de Imperial Majesty, que dejaste deslizar por tu cuello. Unos zapatos negros, a juego con tu vestido y con un pequeño tacón son el último complemento en tu vestuario.

El taxi te condujo rápidamente por las carreteras de Madrid hasta la Terminal 4. Cerraste los ojos e imaginaste lo que dentro de unas horas ocurriría. Tu cuerpo, relajado tras varias copas y tras una suculenta cena en el bungalow acuático que reserve, se mece en una hamaca bajo el estrellado cielo de Indonesia, al ritmo que marca la ligera brisa que recorre la costa y que origina una suave marea que acompaña la suave música que suena en el equipo de música.

Recorres los pasillos de Barajas apreciando a cada paso que das las gotas de humedad que comienzan a aflorar entre tu pierna. Haces rápidamente el check-in gracias al mostrador business y te diriges, tras embarcar, a la sala VIP, donde te reciben con una copa de champán. Te sientas en una de las butacas y nuevamente dejas volar tu mente. Tu vestido se ha recogido en tu cintura y te observo desde el dormitorio del bungalow. Aprecio tus ojos cerrados, veo como tus manos recorren tu cuerpo suavemente. Me acerco despacio y acaricio tu pelo. Abres tus ojos, brillan de pasión y sensualidad, me dicen que deseas un beso y te complazco. Me vuelven a mirar y me vuelven a pedir que te bese. Me acerco a tus labios y noto como tus manos rodean mi cuello y me unen a ti, haciendo casi imposible que nos separemos.

Embarcas y aun no me has encontrado, no sabes donde puedo estar y comienzas a buscarme entre los pasajeros de business. No me ves. Nerviosa ocupas tu asiento y vuelves a llevar tu mente a Indonesia. He cogido tu mano y te he llevado hasta la habitación. Un enorme colchón, situado enfrente de un gran ventanal preside el dormitorio. La luna entra por la ventana y te sitúas entre la cama y el cristal. Me tumbo en la cama y observo como dejas caer tus tirantes para que tu vestido caíga al suelo. La luna moldea tu cuerpo que ya deseo poseer, te acercas a mi, tu pecho desnudo recorre mi cuerpo, tu ropa interior toza mi piel, tus labios desean sentir míos tuyos y mientras la azafata nos enseña como ponernos el chaleco, cumplo tu deseo mientras te susurro “¿me amaras esta noche sobre el océano?”.


Vota por este relato en Bitacoras.com y recuerda compartirlo con tus amistades !!!! Gracias !!!

votar