lunes, 3 de enero de 2011

En tu habitación (Parte 2)

Feliz 2011 a tod@s los lectores. Continúo con la historia En tu habitación, de nuevo dedicado a los que han compartido su cuarto con hermanos y familiares diversos.

…cuando un susurro te sobresalto. “Vaya, si llego a saber que empezabas tan pronto…me escapo antes”.

Sobresaltada miraste a tu lado. De rodillas, junto a ti, en el suelo, estaba tu chico. No sabías cómo, pero daba igual. Había escapado del cuarto de invitados, estaba ahí, y te daba igual todo. Tus padres, tu hermana que dormía cerca de ti. Querías sentirlo muy cerca y muy dentro de ti y eso era todo en ese momento.

Su mano retiro la tuya que seguía cerca de tu vagina y fueron sus dedos los que comenzaron a entrar en ti. Te incorporaste hasta quedar sentada en la cama, con tu cara girada hacia tu chico y con los labios de ambos juntándose con pasión y ardor.

Sus dedos no tuvieron problema en entrar en tu cuerpo. Tu humedad inundaba toda tu vagina y sus dedos resbalaron dentro de ti. Tus gemidos se silenciaban en sus labios, tu calor se extendía por todo tu cuerpo desde tu coño húmedo y el olor a sexo cubría toda la habitación.

Tu hermana paso a un segundo plano, como tus padres y tu cuarto. Sólo importaba tu novio, sus labios, sus besos, su lengua y sus dedos entrando y saliendo de tu vagina empapada y generando olas de placer y sexo.

Sus dedos dejaron huérfana tu vagina. Con sus manos, te hizo girar sobre la cama. Tus pies quedaron en el suelo y tus piernas abiertas. Dejando de besar tus labios, te susurro “trata de no hacer mucho ruido”, para a continuación bajar su cabeza entre tus piernas.

Sentiste su lengua jugar con tus labios mientras sus manos los abrían. No fue difícil que su lengua encontrase tu clítoris y no tardo en comenzar a trazar círculos sobre él. Tus manos se posaron en su cabeza y presionaron ligeramente hacía debajo mientras tratabas de no hacer mucho ruido, algo cada vez más difícil pues a sus lengüetazos, se unió un dedo dentro de tu vagina. Subiste tus piernas a la cama y te tumbaste. Tu espalda sobre el colchón y tus rodillas dobladas, dejaban tu sexo totalmente expuesto a los juegos de tu chico.

Su lengua y su dedo no cejaban en su objetivo de que llegarás a un orgasmo. Una de tus manos apretaba su cabeza y con la otra optaste por volver a pellizcar tus pezones. Alternabas cada uno de ellos, disfrutando del trabajo de tu chico. Cerrabas los ojos mientras su lengua, ahora sí, apretaba tu clítoris directamente. Sus labios lo apretaban y tiraban ligeramente de él, con suavidad, pero generando fuertes contracciones en tu sexo, signo inequívoco de la cercanía de tu orgasmo que no tardo en desencadenarse, extendiéndose por todo tu cuerpo, provocando más temblores de los que nunca habías sentido y haciéndote respirar con dificultad, con ansiedad, buscando el aire en cualquier parte.

Sus lametones se convirtieron en pequeños besos en tu pubis; sus dedos salieron de tu vagina para solo rozar tus labios y tus dedos jugueteaban entre sus mechones. Tras unos minutos así, volviste a ser consciente de lo que te rodeaba, miraste a la cama de tu hermana, se movió pero parecía que seguía dormido. Miraste a tu chico que te miraba desde tus piernas y sonreía viendo tu cara de satisfacción. Subió junto a ti y tras besarte suave, pero profundamente, en la boca volvió a susurrarte…”algo tendremos que inventar para lo que viene ahora”.

Seguiremos excitando...

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