domingo, 27 de marzo de 2011

Un buen comienzo...

Aceptaste ver una película en su casa. Sabías a lo que subías aunque no querías mostrárselo abiertamente. Aunque tus ganas eran tantas o más que las de él, querías hacerle sufrir un poco más. Al poco de empezar la película, sentiste como su mano comenzaba a acariciar tu brazo y tu hombro. Nerviosa, no apartabas la mirada del televisor, aún cuando sentías su mirada clavada en tu cara. Intentabas seguir la trama de la película, pero poco a poco te dejabas vencer por la invitación que desde tu brazo llegaba a tu hombro.

En un momento dado, giraste la cabeza y te cruzaste con sus ojos. La oscuridad de la sala, solo rota por la luz de la televisión, no hizo sino incrementar más el deseo de cruzar tus labios con los suyos y un pequeño beso, un pico, fue el primero de muchos. Un beso suave y cálido, del que te separas con esfuerzo y cuya sensación te incita a buscar el siguiente.

El segundo beso ya no es un simple pico, ahora tus labios se juntan más y más con los suyos y vuestras lenguas comienzan a juntarse con deseo y pasión, en besos largos y húmedos, profundos e intensos. Notas como su mano comienza a recorrer tu pierna, despacio, poco a poco, aprecias, por encima de tus vaqueros, como sus yemas recorren tu muslo arriba y abajo.

Su boca ya no solo está en la tuya. Baja para besar tu cuello, sube a tus orejas para hacer pequeños mordisquitos y su mano ya ha dejado tu muslo para comenzar a rozar tu entrepierna y empezar a notar el incipiente calor de tu sexo. Un pequeño apretón de su mano sobre tu sexo provoca tu primer suspiro de la noche, lo que provoca que te vayas hacia atrás en el sofá, abriendo tus piernas y aceptando el placer que no deja de crecer y crecer.

Su mano decide pasar a terrenos más cálidos y comienza a buscar tus braguitas, entrando por el elástico de tu pantalón, sin abrir el botón. Notas su mano prisionera bajo tus vaqueros que baja hasta que encuentra, un poco más abajo, tu humedad y tus braguitas mojadas. Comienza a acariciar tu coñito por encima de la tela mientras sus besos siguen llenando tu boca de pasión y calor.

Se decide a abrir el botón de tu vaquero y a bajar la pequeña cremallera. No ofreces ninguna resistencia y deseas que sus dedos encuentren tu vagina empapada y húmeda, limpia de vello y deseosa de ser acariciada. Sus dedos comienzan a introducirse entre tus labios y a recorrer el comienzo de tu sexo. Buscan tu clítoris, con cuidado, con calma y sientes como unos pequeños escalofríos recorren tu espalda, signo de que está muy cerca de él. No tarda en encontrarlo y comienza a trazar círculos a su alrededor, que te llevan a temblar y suspirar mientras sus besos parecen convertirse en un único beso, largo y eterno.

Saca su mano y deja de besarte. Abres los ojos con cierta decepción y ves como te ofrece su mano para ayudarte a incorporarte. Tus pantalones caen a los tobillos según te levantas y no tarda en quitar tu camiseta dejando al descubierto tu sujetador y tus pechos que deseas que sean besados y lamidos cuanto antes. Coge tu mano y tira suavemente de ti llevándote a la habitación. Junto a su cama, de pie, llega una nueva oleada de besos, mientras abrazados, lleva su mano a tu vagina y, apartando a un lado tus braguitas, sus dedos comienzan a entrar dentro de ti. Notas como tu humedad sale de ti y cómo empapas su mano.

Sus movimientos dentro de tu vagina te hacen temblar y te tienes que agarrar a su cuello para no caerte. Con delicadeza te deja sobre la cama y se arrodilla entre tus piernas para quitarte los zapatos, los pantalones y las braguitas dejando tus piernas desnudas y colgando de la cama. Se acerca a tu entrepierna con su boca y comienza a recorrer tu clítoris y tu vagina con su lengua, saboreando tu sabor y bebiendo de tus jugos.

Se centra en lamer tu clítoris, mientras sus dedos vuelven a entrar en ti. Se adaptan a tu cuerpo y se mueven dentro de ti en todas las direcciones. Notas como se separan y como se vuelven a juntar de ti. Cada vez te notas más y más alterada y llevas tus manos a su cabeza para apretarla aún más contra tu cuerpo. Su lengua no deja de lamer tu clítoris y tus temblores son cada vez más intensos, anticipando la llegada de un orgasmo deseado y ansiado. Él lo nota y redobla sus esfuerzos con su lengua, lamiendo tu clítoris, succionando a veces, apretándolo entre sus dientes otras….no tardas en explotar, aprietas su pelo con tus manos mientras tu cuerpo se tensa y sus lengüetazos comienzan a bajar de intensidad. Tiras ligeramente de su pelo y él sube a la altura de tu cara, le miras con lujuria, con deseo…se apoya en tu pecho, oyendo el rápido latir de tu corazón y acariciando tu cuerpo mientras tu respiración, agitada y sexual, poco a poco, va volviendo a la normalidad, aunque ya estás deseando que se vuelva a agitar.

Seguiremos excitando...



No hay comentarios:

Publicar un comentario