lunes, 20 de septiembre de 2010

Comienzos

Apenas hacía una hora del primero y aunque nerviosa querías otro más. Lo habías esperado durante tanto tiempo que te había sabido a poco y sólo querías sentirlo una vez; sentirte especial, sentirte única, sentirte en una nube en la que un cosquilleo recorre todo tu cuerpo, desde tu boca, electrificando tu espalda y haciendo temblar tus piernas.

Sentada en el sofá miras a todas partes, no centras tu mirada en ningún sitio. Recorres los libros que tienes enfrente pero no te fijas en los títulos, oyes la música de la televisión pero no la escuchas, miras los cuadros de la habitación pero no observas detalle alguno.

Escuchas como de la cocina llega ruido de vasos que chocan entre sí, de hielos que caen sobre el cristal y de botellas que vienen y van. Hoy era el primer día en muchas cosas para ti y estabas a punto de probar una más sin saber hasta dónde te iban a llevar.

Ya no sabes dónde mirar, cómo ponerte, o qué hacer. Cada minuto, cada segundo se hace largo y no provoca más que ansiedad en ti. Tienes dudas, pero has decidido acallar tu cabeza. Quieres seguir a tu corazón, quieres hacer caso a tu cuerpo, quieres saciar la curiosidad y las dudas que durante tiempo has acumulado y te has decidido que será esta noche.

Cuando él sale de la cocina con las copas, sólo aciertas a oír, “¿dónde nos habíamos quedado?”


Seguiremos excitando...

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