A veces la insparación llega en el momento y en el lugar más insospechados...una simple frase puede ser el comienzo de toda una aventura...
La cálida noche veraniega comenzaba a desaparecer cuando girabas la esquina de tu calle y el alegre cantar de los primeros pájaros comenzaba a sustituir al monótono ruido de los grillos. Llegabas a casa cansada, pero contenta. Habías pasado una noche genial en compañía de tu gente y los recuerdos de tu noche aún botaban en tu cabeza.
Giraste la llave de tu casa y recorriste el largo pasillo
sin advertir ruido alguno; tus compañeros de piso o ya estaban dormidos o
directamente no estaban en sus habitaciones. En tu habitación dejaste caer la falda
larga al tiempo que sacabas tus pies cansados de bailar y andar de las pequeñas
sandalias. Tu camiseta blanca de tirantes y tu sujetador corrieron la misma
suerte que la falda. El frescor del alba que entraba por la ventana abierta
erizo tus pezones; mientras sentías cómo se endurecían buscabas la camiseta que
usabas de pijama… era ajustada, de algodón, marcando tanto el contorno de tus
pechos como tus pezones.
Arrancaste el portátil abrías la cama; el frio de las
sabanas fue agradecido por tus pies cansados y tus piernas se sintieron relajadas
al estirarse sobre tus sabanas. Iniciaste el Spotify y buscaste la lista de
bossa nova…querías disfrutar de un poco de música mientras el sueño conquistaba
tu cuerpo.
Las primeras notas comenzaron a sonar y tu cerraste los
ojos. A través de los párpados te llegaba la luz de la pantalla del ordenador,
pero no te preocupabas porque sabías que antes de que acabará la primera
canción se apagaría. Moviste tus piernas en la cama para buscar un trozo de
sábanas que aún estuviese frio, sintiendo un enorme placer al encontrarlo.
La música se apoderaba de tu mente. Con los ojos cerrados la
sentías entrar por tus orejas y expandirse nota a nota por todo tu cuerpo.
Empezabas a flotar sobre tu cama, con las piernas ligeramente doblabas
disfrutando de la música, entrando en una fase en la que sin estar dormida
sentías todo lo que te rodeaba; recordabas lo excitada que habías estado hacía
un rato cuando bailaste salsa con aquel chico, pensando en lo que te hubiera
gustado estar con él en ese momento y disfrutar de su cuerpo.
De forma casi inconsciente tu mano comenzó a acariciar tu
pecho. Una caricia suave que provocó una descarga por todo tu cuerpo y que tu
mano bajase hacía tu cintura para levantar la camiseta y poder recorrer tus
pezones con las yemas de tus dedos. Las canciones seguían sonando sin pausa en
tu ordenador y eran las que marcaban el ritmo de tus caricias.
Te animaste a bajar tu mano e introducirla bajo la tela de
tus braguitas. No te costo encontrar la fuente del calor que desprendía y en
unos segundos extendiste tu humedad de tu vagina por todo tu sexo y te
centraste en tu clítoris. Trazando pequeños círculos a su alrededor notabas
como iba creciendo y cómo cada movimiento se traducía en un nuevo temblor que
se extendía por tu cuerpo al igual que la música seguía recorriendo cada parte
de tu piel.
Tu excitación iba en aumento y no tardaste en hacer algo de
presión sobre tu clítoris y acelerar la velocidad de tus movimientos con el
único objetivo de alcanzar un orgasmo que deseabas y que con una dulce y
exquisita explosión tu cuerpo se tenso durante unos deliciosos e interminables
segundos en los que disfrutabas de las últimas notas de tu canción favorita.
Seguiremos excitando...