lunes, 18 de julio de 2011

La hamaca y la piscina

Entre en tu chalet sin hacer ruido, aparcando el coche en el camino de tierra que lleva a la casa de tus padres. Tu mensaje no me hizo dudar, “estaré sola todo el fin de semana, ven cuando quieras, te espero”, y no tarde mucho en llegar.

La noche ya era cerrada cuando franqueaba la verja de entrada y me dirigí hacía donde sabía que estarías, la piscina. Te vi tumbada en tu hamaca como siempre te ha gustado. Te mecías tranquila con el suave viento que corría por tu jardín, iluminada por unas pocas luces que dejaban ver lo suficiente sin deslumbrar. La piscina, también iluminada, era una clara tentación
para esa noche que estaba a punto de comenzar.

Mientras tus pies se cruzan uno encima del otro, tus largas y suaves piernas se estiran en la hamaca para culminar en un pequeño pantalón vaquero que apenas cubre unos centímetros de tu cuerpo. Un bonito bikini rojo cubre tus preciosos pechos por los que he suspirado en tantas ocasiones y que he disfrutado en innumerables noches locas de amor y pasión.
Me acerco despacio y sigilosamente. Quiero sorprenderte y a cada paso observo tu pelo largo y rubio. Me fijo en como cae ondulado sobre tu cuello y ya me imagino oliéndolo mientras deslizo mis dedos entre tus mechones.

Me acerco por detrás, intento no hacer ruido. Cuando llego a tu altura, me agacho sobre la hamaca y te doy un suave beso en tu hombro desnudo, “
buenas noches”. Te giras con una sonrisa en tu boca y nuestros labios no tardan en encontrarse para besarse, mientras nuestras lenguas chocan entre sí, muy despacio al principio para, poco a poco, hacerlo más y más rápido, mientras tus manos rodean mi cuello por detrás y acercan mi cuerpo al tuyo…

Con cuidado bajas de la hamaca y te apoyas en un árbol. Me acerco a ti, te abrazo y continuamos con nuestros besos que ya no solo son entre nuestros labios. Me deleito recorriendo tu cuello mientras noto como tu respiración se acelera a medida que mi lengua pasa una y otra vez por tu piel. Tus orejas son una tentación demasiado grande y no puedo más que besarlas y darlas pequeños mordisquitos, mientras que tus manos agarran mi culo y empiezan a recorrer mi espalda por debajo de la camiseta, para en un rápido movimiento, tirar de ella y sacarla por encima de mi cabeza.

Entre beso y beso te susurro, “¿
nos vamos al agua?”, a lo que respondes con un movimiento de tu cabeza sin tardar. Abro el botón de tu pantaloncito y bajo la minúscula cremallera para deslizar tus pantalones por tus piernas. La parte inferior de tu biquini queda al descubierto y corre la misma suerte que tu pantalón, mientras que tus manos comienzan a hacer lo mismo con el mio.

Nos separamos por un instante y corres hacia la piscina. Te observo como te zambulles de un salto mientras termino de desnudarme y raudo salto cerca de ti para abrazarnos y volver a besarnos.

Nuestros cuerpos desnudos se encuentran bajo el agua y nuestras piernas chocan. Vamos hacia donde cubre menos, donde hacemos pie y nos acercamos al borde. Te doy la vuelta, me quedo a tu espalda, aparto tu pelo y comienzo a besar tu espalda y tu cuello. Mis manos bajan por tu cuerpo, entran en el agua y recorren tu piel, vuelven a subir y sueltan el cierre de tu bikini para liberar tus pechos que son sujetados por mis manos sin perder un instante. Mis manos acarician tus pezones, los coloco entre mis dedos y los pellizco con cuidado, mientras mis besos siguen llenando tu cuello y tu nuca. Me acerco más a ti y me pego a tu culo, provocando un pequeño suspiro de tu boca cuando notas el tamaño de mi erección.

Dejo tu pecho y mis dedos recorren tu vientre liso. Caen hasta tu pubis depilado y comienzan a buscar tu clítoris entre tus labios, para comenzar a trazar círculos a su alrededor. No lo toco directamente porque quiero incrementar tu excitación un poco más…mis dedos bajan por tus labios, llegan a tu vagina y presionan tu entrada. No te penetro aún y disfruto de tu respiración cada vez más agitada y acelerada. Giras tu cabeza y encuentras mis labios dispuestos a devorar tu boca sin dilación. Cuando estamos en pleno beso, sí acaricie directamente tu clítoris con la yema de unos de mis dedos, provocando un torrente de placer que partiendo de tu sexo culminaba en nuestro beso.

Variaba la velocidad de mis caricias sobre tu clítoris al igual que mis movimientos sobre él, provocando que tu cuerpo temblase más o menos en función de la velocidad. Notaba como se iba agrandando y como cada vez era más sensible a mi dedo. Seguíamos besándonos y nuestro calor se incrementaba por momentos.

Quiero sentirte dentro de mi”, fueron las palabras mágicas para volver a ponernos cara a cara y mirarnos a los ojos con deseo y pasión. Me acerque todo lo que pude a ti y mis manos buscaron la entrada de tu vagina. Con cuidado dos de ellos entraron en ti, disfrutando de una doble humedad. No tarde en pegarme a ti y levantando tus piernas, entre en ti despacio, mientras nos besábamos una vez más.

Te penetraba despacio y tus piernas y tus manos se entrelazaban detrás de mí. Poco a poco la velocidad fue creciendo y nuestra excitación también. El agua nos salpicaba con cada embestida y nuestros cuerpos sudaban por el movimiento. Me apretabas junto a ti y con tus caderas no hacías sino acelerar mi excitación y el deseo de explotar dentro de ti. Comenzaste a morder mi oreja y desencadenaste lo inevitable entre los gemidos de los dos. Mientras abrazados buscábamos aire, me susurraste nuevamente al oído: “
¿Te he dicho que mis padres tienen cama de agua?”...

Seguiremos excitando...